Un nuevo día en mi entretenida vida ha pasado. Al menos hoy, todo ha comenzado bien. No he descubierto un nuevo fallo en mi manera de conducir. Eso es positivo. Los demás son viejos y he aprendido ha convivir con ellos. Algunos incluso están desapareciendo. Quizá antes de navidad pueda aprobar el carnet.
Pero, llegados a este punto, tenemos que preguntarnos algo, ¿cómo acabará este día en que no he podido leer ni una sola página del magnífico libro que estoy leyendo, Antagonía?Maravilloso Luis Goytisolo, lástima que esté a la sombra de sus hermanos, Juan y José Agustín, que decía que la vida es bella ya verás, pero que luego se suicidó. Riéte tú de los optimistas de vocación. Al menos, el otro, Juan no disimula su misantropía. Que la vida son dos días y no hay que hacer concesiones. Levantémonos y lancemos un grito contra todo aquello que odiamos. ¿Para qué callar?¿Para qué fingir que no se odia? No. No. No. Todos odiamos y yo reinvidico mi derecho al odio, a la venganza, a todo cuanto de negativo hay en el ser humano. Basta ya de hipocresías burguesas. Arriba Baudelaire y todos los hijos del demonio. Se acabó ya de fingir lo que no somos y nunca seremos. Toda mi vida he callado por miedo a lo que dirían los demás. Ahora ya no quiero, no me da la gana.
Me apetece acabar con un latinajo, alguna frase en latín, pero no encuentro una apropiada. Así que reivindico el dies iriae.
miércoles, 1 de agosto de 2007
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